Por: Mónica Andrea Rodríguez Ospina
La energía femenina es sagrada, embellece todo aquello que está a su alrededor, es emocional, profunda, sentimental y a la vez fuerte. En ella, el arte germina, nace para concienciar al ser e ilumina el ángulo más banal de la tierra. El ser mujer, es una condición biológica que no necesariamente está relacionado a lo femenino. Pues, lo femenino es todo aquello que es fecundo que engrandece y da frutos. En él hay ímpeto, caos y en contraposición amor y resguardo. Así de tierna y violenta es la narrativa de Andrea Velandia, una mujer con una sensibilidad extraordinaria para convertir lo decadente en poesía.
En su estilo, se denota la pasión por la escritura, cada tramo de su lírica es desafiante y subversiva. No obstante, lo interesante es su capacidad de expresar con un uso impecable de la metonimia, el sentir humano, sin temor al reproche y a correr el riesgo de ser menospreciada en un medio en que milenariamente, hemos sido ocultas o sujetas a un seudónimo para sobrevivir y vivir el arte que corre por cada fluido de nuestro cuerpo como un eco feroz del sagrado femenino.
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Andrea a sus veintiocho años, tiene el don de jugar con las palabras, de hacer de la escritura una nueva creación, de reinventar lo básico sin que se pierda la esencia natural, su ficción puede ser tan cruel o tan piadosa como ella lo desee. Es un poco complejo identificar los tramos de su narrativa debido a su innegable talento que le permite crear transiciones escriturales y movilizarse a través de diversas tipologías textuales. Pocos han logrado una versatilidad exacta para adoptar la melodía y la palabra correcta, aún más llevarla a lo extremo de lo simbólico y lo racional.
Incursionó a muy temprana edad en la literatura, especialmente en la narrativa infantil, pero por azares de la vida o por esas decisiones que no sabemos porqué las tomamos, terminó estudiando biología quizás, ese era el camino que la llevaría a matizar en un medio particularmente masculino.
Ha destacado como gestora cultural en Soacha Cundinamarca, muy pocos se atreven a cambiar las dinámicas municipales y a través de su sello “Ecos de Tinta” una editorial independiente a generado un gran cambio en la visión artística del municipio. Ecos, le ha permitido cumplir su sueño de ser escritora y estar al servicio cultural. La técnica de claro oscuro y su capacidad para emplear la palabra con brevedad, la asemejan al haikú, pero con un valor agregado un toque de humor satírico perplejo en la ironía y melancolía que obliga al lector a reflexionar sobre la situación actual del país.
La fotografía es a la imagen como el escritor a las letras
“Cuando la realidad se basa en un cuento ya no es un cuento, es una realidad y esa es justamente la fortaleza de su fantasía”. Es, además, directora del colectivo Guapucha, colectivo dedicado al fanzine entre sus obras se encuentra “El aprendizaje de Sofía” una historia infantil llena de valores universales especialmente el amor y el servicio al prójimo.
Asimismo, su talento ha sido reconocido en el concurso Historia De Grandes Pequeños campaña de promoción y desarrollo de literatura infantil y juvenil en Colombia Mundo Hispano 2005, Participante del taller de Escrituras Creativas Idartes 2017 y 2019. Ganadora del concurso # 1 Ilustro tu cuento –Chile 2020 y participante del Taller Distrital De Formación Para Libreros 2022.
Andrea, es el eco del sagrado femenino su narrativa es una invitación a la fantasía, al heroísmo, a la ternura, a la ironía, al humor, al humor negro y a la melancolía, sin lugar a dudas en todas sus formas y variantes, es exquisito leerla.
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