By Por: Mónica Andrea Rodríguez Ospina
En esta tierra que aún conserva algunos caminos coloniales, la frescura, el verdor de sus paisajes, la brisa que consigo trae un pasado milenario, los recuerdos de los ancianos cuyas manos envejecidas son el retrato de lo que fue Soacha y de lo poco que queda. Aquí, en medio de las polvorientas calles propias de la modernización en donde se albergan un sinnúmero de hombres y mujeres oriundos de otros pueblos. En esta tierra de todos y de ninguno, dos hombres y un mismo hombre, un narrador y un hombre, un escritor y un hombre, recrean con el dominio de los expertos una ficción hiperrealista al fragmentar con plena conciencia su naturaleza de su poética.
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«Toda historia requiere de un espacio para desarrollarse y Rodrigo Guerrero viste de gala al municipio como si fuese Macondo»
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Toda historia requiere de un espacio para desarrollarse y Rodrigo Guerrero viste de gala al municipio como si fuese Macondo, rescata esa visión costumbrista que desconocemos, al punto de desvestir los imaginarios que teníamos de nuestro pueblo y a través de su narrativa, conocemos un lugar digno para desarrollar un relato. Es de los pocos literatos, con la capacidad de separar al escritor de su narrador; de los pocos que no se puede clasificar en una retórica específica.
En resumidas palabras es un híbrido literario, quizás por la dedicación y profesionalismo que emplea a la hora de sumergirnos en los supuestos de sus personajes; en él se cumple el fin de la literatura como una fuerza estética a partir de la creación de un paralelismo que únicamente quienes lo han vivido podrían comprenderlo.
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La escritura, es un arma poderosa que une y divide al lector con diversas conspiraciones, lo acerca a sus sueños, lo enfrenta a sus temores, lo aterriza en su pasado esa es la gran diferencia entre la ficción superficial y la ficción en la que nos ahonda Rodrigo ya lo decía Aristóteles en su poética y que luego retomaría Oscar Wilde a mediados del siglo XIX “La realidad supera la ficción”. Nuestro escritor se caracteriza por conjugar de manera extraordinaria los elementos fantásticos e históricos con un lenguaje literario que atribuiría de fe hasta al más escéptico al encontrarse con personajes cotidianos como Arturo Garcés o buscar en el devenir filosófico, el rastro de un padre perdido en las huellas del tiempo. Sin duda Rodrigo tiene la habilidad de convertir el arte en literatura.
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Este escritor nacido un 19 de enero de 1981 ganador de la convocatoria de relato Bogotá por Bogotá realizada por el periódico El Tiempo, una de las tantas menciones obtenidas a lo largo de su vida y contrario a lo que él manifiesta, es un escritor talentosísimo del cual los habitantes de Soacha debemos sentirnos orgullosos, un escritor que conoce muy bien la Ciudad del Dios Varón pues, para él sus dotes literarias no son cuestión de inspiración sino más bien, el fruto de un esfuerzo obstinado hacia la disciplina de escribir.
Su narrativa es pulcra y a la vez vertiginosa en ella encontramos personajes cotidianos, héroes y antihéroes humanizados en cuyo ADN estas las raíces culturales de nuestro país; en su escritura se evidencian el rescate de la identidad y de las dimensiones de la influencia de nuestro contexto pluricultural. Rodrigo Guerrero es un literato que vale la pena leer, no porque habite en nuestro pueblo desde hace más de 35 años sino porque hace de Soacha el lugar ideal para recrear una historia.
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