Por: Mónica Andrea Rodríguez Ospina
Hay mil formas de expresar con el arte, algunas formas no son convencionales, algunas son incluso, subversivas para la humanidad, el arte es quizás la mayor manifestación del sentir humano, lo único que nos aleja de la excesiva racionalidad, del consumismo inmediato, de un sociedad que depende de lo que se considera éxito. Sin embargo, en el susurro de la calle, en la hostilidad de la vida, silenciosamente hay niños y jóvenes con sueños, llenos de ilusiones, con ganas de sobresalir, paradójicamente no es una cuestión de clases sociales, es cuestión de trazar una historia donde cada uno es protagonista.
Caminando sobre las calles asfaltadas de la urbe, en los parques, en los centros comerciales, y especialmente en los centros de formación artística y deportiva, no existen los estándares, ni los estereotipos sociales, allí en medio del corazón de plástico, late el corazón del alma, de los que se entregan a sus dones y los dejan al servicio de quienes lo necesitan. Allí en medio del siglo XXI, en medio de un mundo promiscuo y obsoleto, pese a la tecnología y a la inteligencia artificial, hay un maestro que enseña a sus estudiantes a luchar por sus metas, a establecer un proyecto de vida, a reconocer su misión y su visión a partir de la hibridación entre el arte y el deporte.
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Hoy a través de mis letras, hablaré de Diego Rodríguez, un gimnasta profesional, que encontró en la capoeira y en el break dance, una manifestación cultural que ha cambiado su existencia. Diego desde muy pequeño destacó en la gimnasia aeróbica, sus habilidades para rebotar en el aire y el dominio de su propio peso dejaban boquiabiertos a quienes admiraban con perturbación y gracia los movimientos de alta densidad, que lo llevaron a coleccionar un sinfín de medallas a nivel departamental y nacional con la liga de Gimnasia de Bogotá. Entre ellas, Campeonato Nacional de Niveles Categoría Junior y Senior en 1998 adquiriendo tres medallas de oro, dos de plata y una de bronce.
No obstante, la falta de apoyo económico para los deportistas no le permitió escalar a las internacionales y aunque parecía un sueño roto, con el pasar del tiempo, aprendió otras disciplinas como el break dance y capoeira, que sumado a su dotes gimnásticas, lo hicieron destacar en múltiples programas como Axe Capoeira, evento de alto rendimiento en el que ocupo el primer lugar en el 2020 y segundo lugar en el 2021, incluso llegó a participar como jurado internacional en los juegos juventud 2018.
«Entre el arte y el deporte hay una misión de vida”
No obstante, su misión era otra, más allá del ego. Su misión era y es, ser un gestor cultural, que utiliza la hibridación entre artes totalmente opuestas, para guiar los sueños de las poblaciones más vulnerables en su escuela de formación de danza urbana “Colectivo Break” y sacarlos del estiércol de las drogas y el pandillismo, sin importar su origen o clase social y convertirlos en jóvenes de bien, que han encontrado por medio de estas disciplinas, la posibilidad de expresarse y sobresalir en un medio que no es amable para todos.
El break dance, una disciplina que surgió en las comunidades afroamericanas en Estados Unidos y durante muchos años estereotipada, le ha permitido a los facilitadores de procesos socioculturales, ser una herramienta para salvar vidas y en Diego sus dones como gimnasta aeróbico mezcladas por su gusto con el hip hop, el break dance y la capoeira le han dado la estrategia para generar un impacto social en los jóvenes de la generación actual y guiarlos por un camino de excelencia, disciplina y proyecto de vida- ¿Acaso no es esa la misión de un verdadero maestro? – Rompamos con los imaginarios del pueblo, no todos los maestros son docentes de apoyo o están en las aulas de clase, su labor es innegablemente altruista, pero no olvidemos a quienes forman y se forman desde el campo de la realidad social. Francamente, me siento orgullosa de ser la hermana de Diego Yamid Rodríguez Ospina, un gimnasta que se convirtió en un gestor cultural para cambiar los patrones de conducta negativa de los jóvenes “porque entre el arte y el deporte hay una misión de vida”
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