Por: Juan Esteban López Maldonado– Comunicador Social y Periodista
Eran las 5:45 de la mañana del 13 de agosto de 1999, se registraba una de las décadas más violentas en Colombia, y en medio de una espera de cambio de semáforo dos hombres que se movilizaban en una motocicleta dispararon y acabaron con la vida de Garzón, aquel periodista, actor y activista por los derechos humanos y la paz, que se había convertido en un ícono para los colombianos.
A través de diferentes personajes creados por Jaime Garzón, se encargó de denunciar y criticar la corrupción, la política y las decisiones que afectaban a los colombianos, al tiempo que se convertía en un gestor de paz y defensor de derechos humanos, estas mismas denuncias propiciaron una serie de amenazas en su contra que terminaron desencadenando su asesinato en aquella madrugada.
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Entre sus personajes más recordados e icónicos se encuentran Heriberto de la Calle, aquel lustrabotas que en medio de entrevistas a líderes políticos y figuras de la vida nacional, incomodaba con sus preguntas y hacía que algunos se sintieran tensos en medio de los interrogantes, Dioselina Tibana, la empleada de servicios del Palacio de Nariño que en tono jocoso revelaba los secretos de sus jefes, Godofredo Cínico Caspa, el conservador que se encargaba de criticar la política del país, Inti de la Hoz, la periodista gomela que en medio de sus informes contaba las realidades del país y muchos otros personajes que a través de mensajes satíricos hacían un llamado a la paz y denunciaban la corrupción.
Los jóvenes en la actualidad, incluso muchos de ellos sin conocerlo en vida, han tomado su legado, su fortaleza, sus denuncias que superaban el miedo y las amenazas y muchos han alzado su voz recordando aquella frase que aún es utilizada en diferentes protestas y manifestaciones.
“Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo. ¡Nadie!”
Garzón llegó a ser alcalde de Sumapaz y destituido por el gobierno de Pastrana, trabajó en diferentes medios, cursó diferentes carreras universitarias, ninguna de ellas culminada, aunque solo estaba a la espera del título como Abogado, su muerte aún continúa con muchos hechos por esclarecer, aún muchos piden justicia por su asesinato, lo que si es claro es que su legado, su trabajo y su lucha seguirán siendo ejemplo para que cada vez más personas puedan alzar su voz en contra de la corrupción y para decirle sí a la paz.
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