Denominada en varios portales como una de las iglesias más hermosas del mundo, el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Las Lajas se encuentra ubicado en Ipiales, Nariño, un lugar rodeado de naturaleza, historias, fe y milagros; y que por esta época será uno de los lugares más visitados por los católicos, no solo del país, sino visitantes de Ecuador y demás vecinos.
Como si brotara de una gran roca, el santuario reposa sobre el imponente cañón del río Guáitara, a unos 40 metros de altura y lleva el nombre de la Laja debido a la piedra grisácea y lisa que se encuentra en la zona montañosa. Su arquitectura de estilo neogótico y custodiado por ángeles de mármol, se juntan de la mejor manera con el paisaje y la tranquilidad que este brinda.
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¡Mamita la mestiza me llama!
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Refiere la tradición que todo se remonta en el siglo XVIII en una historia que tiene como protagonistas a María Mueses de Quiñones, mujer indígena de los andes y su hija rosita, sordomuda de nacimiento.
Un día cuando iban de camino desde Ipiales hasta un caserío llamado Potosí ubicado a 3km Potosí, una tormenta impidió que continuaran su objetivo por lo que buscaron refugio en una cueva al margen del río, estando allí, María escuchó a rosita hablar por primera vez, esto, cuando la niña señalando con su dedo pidió que volteara a ver a una mujer mestiza con un bebé en brazos. María sorprendida, no vio nada; por lo que se asustó y salió del lugar espantada.
En Ipiales informó lo ocurrido a sus patrones, pero estos no le creyeron. Cumplida su misión retorna camino hacia Potosí cuando María oye a rosita gritar ¡Mamita la mestiza me llama!, sorprendida continuó el camino. Estando en casa y en un descuido, María se da cuenta que la niña desaparece. Asustada e intuitiva corrió hacia la cueva, donde fue encontrada jugando con la mujer y el pequeño niño. Aunque la mujer contó su historia nadie le creyó, hasta que años después, María acudió a la ayuda de la mestiza para que reviviera a su hija rosita quien habría fallecido en extrañas circunstancias.
Fue cuando se organizó una peregrinación con gran cantidad de gente de Ipiales y se dirigieron a la gran cueva de roca y vieron con emoción, por primera vez la figura de la virgen sobre una de las lajas.
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Cada 16 de septiembre, fecha de su aparición, cientos de peregrinos acuden al santuario para honrar la Virgen y rezar junto con ella. Uno de los principales benefactores del templo fue «el ciego Rivera», quien recorrió diferentes partes mendigando dinero para comprar materiales para construirle el santuario a la virgen.
"La creación de un santuario sobre la roca "
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Cuando la imagen de la virgen se hizo impresa en una de las grandes rocas lisas, devotos pensaron en la posibilidad de erigir un templo alrededor de la misma, por lo que el santuario tuvo diferentes intervenciones, desde la construcción de una choza de madera y paja, que, según lo afirma el historiador ecuatoriano señor Benjamín Endará, duraría cerca de 40 años hasta que en 1754 se construiría la primera iglesia con una capilla de ladrillo y cal.
En tiempos del obispo de Pasto y hoy santo, Ezequiel Moreno Díaz, surge la idea de levantar un templo sobre el abismo debido a la creciente afluencia de peregrinos. Es cuando en 1916 se da inicio a la construcción del actual edificio neogótico, que se logró levantar como si flotara a un costado del precipicio de los Andes, tardando 40 años y terminada en 1949 contando con 3 naves, un museo, una cripta, una plazoleta y en el altar principal se encuentra la imagen de la virgen de las Lajas. En 1952 el Papa Pío XII le otorgó a la imagen la coronación canónica, y al santuario el título de basílica menor en 1954 y dada su importancia en torno a la cultura, aporte arquitectónico y religioso es declarado luego como Bien de Interés Cultural y Monumento Nacional.
Miles de devotos de diferentes partes del país y naciones vecinas se congregan en este espacio que ofrece un paisaje increíble, senderos naturales que parece estar encantado por la fe y la devoción, algo que se comprueba en las cientos y cientos de placas de agradecimiento de promesas cumplidas de posibles favores resueltos.
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