Por: David Arwi
A orillas del mar Caribe, en el extremo nororiental de Colombia, se encuentra ubicado el municipio Ciénaga, Magdalena, un pueblo de menor tamaño pero con una inmensa historia para contar, un territorio de mitos, leyendas; tierra del caimán, de “la cumbia cienaguera… que se baila suavezona”, la Logia Masónica, grandes exponentes de la música, fuente de inspiración de Gabo y hasta escenario del infortunado suceso de la masacre de la bananeras en la época de bonanza.
Total todos estos rasgos le han dado un lugar en la de la red de Pueblos Patrimonio de Colombia, y hay que decirlo, aunque se encuentra algo descuidado, su magia ha permitido que la historia se mantenga.
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Arquitectura
La variada arquitectura es uno de los mayores atractivos. Sus calles, fachadas y plazuelas, reflejan la herencia de una época donde la prosperidad y toda la bonanza del banano, permitió que el pequeño territorio caribeño se fuese adaptando a diseños europeos provenientes de personas adineradas del pueblo que podían viajar al exterior y regresaban con nuevas propuestas.
Según el historiador local Guillermo Henríquez, «Los viajeros cienagueros, enriquecidos con la bonanza, viajaban a Europa y, muy interesados en poner al día su ciudad, llegaban colmados de ideas renovadoras y en muy pocos años cambiaron el ropaje de viviendas y edificios públicos. En aquella época estaban en apogeo las formas del Art Noveau, Modern Style y Liberty y la influenciaron en gran medida a la ciudad gracias a los viajes de la gente pudiente de Ciénaga.»
El templete (Foto destacada) es una de las obras más representativas del municipio, declarada Patrimonio Arquitectónico Nacional, se ubica en el centro de la Plaza Principal del Centenario, de estilo romano, consta de una plataforma de forma circular con una corona en la parte alta que es sostenida por ocho columnas, un punto de encuentro muy popular para los lugareños.
Dentro de otras obras de mayor interés y rica arquitectura se encuentran la Iglesia San Juan Bautista que data de 1.612, el Palacio Municipal de estilo republicano; el Palacio Azul, Casa Morelli , La Casa de los Balcones y una imponente infraestructura color mostaza con un ojo en la parte alta de la fachada que pareciera cuidar de la ciudad, la sede de la Logia Simbólica, Benemérita y Centenaria ‘Unión Fraternal’ No. 45 – 1 del Oriente Ciénaga, fundada el 27 de agosto de 1887.
Este, de inspiración neoclásica, cuenta con un balcón central, amplios antejardines, piso ajedrezado y se exhiben símbolos en relieve y textos identitarios de la masonería.
Recorrer sus calles angostas, plazas y playas es disfrutar de toda una cadena de valor histórico, mítico y poético que se mezcla con elementos macondianos. Hasta allí alcanza a llegar la brisa del mar caribe que no está a más de cinco cuadras del centro, se conservan algunos murales que hacen alusión a las mariposas amarillas, las fachadas de casas y casonas que aún se mantienen parecieran resistir al tiempo y al evidente descuido.
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Una tragedia
Detrás de la belleza arquitectónica que puede ofrecer este municipio, hay una historia que marcó al país. Cuando el pueblo prosperaba por la bonanza del banano, en el que casi todo sus habitantes eran empleados, la United Fruit Company, una multinacional estadounidense con suficiente poder económico y hasta político, puso fin a las huelgas propiciadas por miles de manifestantes que reclamaban lo justo.
El 12 de noviembre de 1928 , trabajadores se declararon en huelga permanente y optaron por tomarse la estación del tren. El presidente de esa época, Miguel Abadía Méndez, comisionó al general Cortés Vargas del ejército para disipar las concentraciones.
Sin oportunidad alguna para negociar, los trabajadores no cedieron durante el tiempo, aún con la esperanza de poder ser escuchados por la empresa y hasta por el gobierno. Fue entonces cuando los días 5 y 6 de diciembre, se ordenó la barbarie, abrir fuego ante los huelguistas que reclamaban mejores condiciones laborales. Una maniobra respaldada por el gobierno nacional y en favor de la multinacional.
Las cifras de muertos que se retratan son varias, según el gobierno fueron 47 , la embajada de los EEUU, unos 1.000, y en la literatura como Cien años de soledad, se dice que fueron cerca de 3.000. Ya son más de 90 años y su historia se recuerda aún con mucho dolor. La antigua estación del tren se convertiría en el sitio para erigir una escultura, Prometeo de la Libertad o El Negro, como un homenaje a los huelguistas caídos. Sin embargo, el lugar presenta ahora una cara donde la venta informal, kioskos, desorganización y zonas de comidas se han apoderado de esta plaza como si de olvidar el pasado se tratara.
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Entre mitos y leyendas
Tomasita y el Caimán Cienaguero
Una de las leyendas más populares de la región tiene como protagonista a Tomasita y el Caimán Cienaguero. Un 20 de enero por allá en 1883, doña Ana Carmela Urieles salió a comprar lo del día junto a sus hijas Tomasita y Juanita con motivo a la celebración de los cumpleaños de Tomasita, mientras que don Miguel Bojato, el padre, esperaba en casa con algunos amigos para iniciar el homenaje.
En un descuido, muy cerca al mercado público, Tomasita se acercó a la orilla de un caño para lavar sus pies y sin percatarse del peligro de esa zona, en la que habitaba el gran reptil, resbaló y el caimán aprovechó para desaparecerle por las turbias aguas.
Juanita, su hermana, horrorizada salió en busca de su madre quien luego junto a una gran muchedumbre, salieron en su búsqueda sin encontrar rastro alguno. Doña Ana Carmela y Juanita llegaron a casa desconsoladas lo que alarmó a don Miguel quien salió sorprendido y presintiendo la tragedia preguntó a Juanita: “¡Ay! Mijita linda, ¡dónde está tu hermana!” Y la niña llorando contestó: “El caimán se la comió, papá… ¡El caimán se la comió!”
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Casa del Diablo
Esta es una vieja mansión construida hacia 1.916 (hoy en ruinas) por iniciativa de don Manuel Varela, un hombre humilde que llegó a esta zona y amasó una fortuna, éxito que fue atribuido, según la leyenda por un pacto con el diablo. Esta es una casona de arquitectura republicana, compuesta de dos plantas y 14 columnas romanas.
«Don Manuel Varela era un empresario bananero con mucho poder y dueño de casi todo Ciénaga, construyó además de esta casona, un ferrocarril. Cuenta la leyenda, que don Manuel hizo un pacto con el diablo, su riqueza era incalculable hasta que empezaron a desaparecer habitantes sin causa alguna, la gente creía que cada que su negocio crecía, una persona del pueblo desaparecía, hasta que en un momento desapareció su hija.» cuenta Norberto Vallejo periodista cultural.
En 1.998 la casona se convirtió en Monumento Nacional. un lugar que todavía se le reconoce como la ‘Casa del Diablo’.
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Ciénaga, además, es un lugar donde la música ocupa un lugar importante. En enero cada año se celebra El Festival Nacional de la Leyenda y Danza del Caimán Cienaguero, el Festival Nacional de Música con Guitarra en homenaje al autor cienaguero Guillermo “El Mono” Buitrago o “El Jilguero de la Sierra”, embajador de la música cienaguera a grandes compositores vallenatos.
No cabe duda que este pueblo coqueto, caribeño , de sabores, sonidos y de gente alegre, sea reconocido con el nombre de la Capital del realismo mágico.
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