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Hay lugares llenos de magia, que al verlos remontan el espíritu a la serenidad, lugares que huelen a campo, a la tierra de los artesanos, a los trazos de un pueblo que, aunque oprimido aún guarda en el corazón el amor a su prójimo y los actos de servicio. La historia del ser humano es de inconmensurable realidad, dolor y belleza. En la naturaleza de nuestra especie, existe la necesidad de prevalecer en la historia, palabras, dibujos y garabatos representan el costumbrismo propio de los poblados mestizos. 

En la antigüedad el carbón, pigmentos naturales, la sangre y el grafito, eran el medio de inscripción en los espacios públicos, en ese entonces como ahora, lo que se buscaba era revolucionar la esquematización básica de la forma en que se reproduce el arte.

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El monumento a la Princesa Indígena Tocarinda es un símbolo de la mujer Muisca en Tocancipá. Imagen: Alcaldía Tocancipá

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En Cundinamarca, a dos horas de Bogotá,  específicamente a 47 kilómetros,  saliendo por la Autopista Norte  hay una comunidad que marca su legado indígena en los muros de su municipio, cada calle se encuentra ambientada con casas coloniales que parecen una analepsis, un viaje al pasado donde los dioses precolombinos emergen de las entrañas de la tierra abordando el linaje muisca, de la serpiente arcoíris, de los guerreros y sembradores, de las guisas y las princesas que sobreviven en los ojos de los ancianos, en la experiencia de sus manos y que se transmutan en la mocedad de los jóvenes que rescatan en los muros del municipio de Tocancipá el camino del agua,  de la serpiente, la sabiduría del taita y el amor de la maima.

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Cuando visitas el municipio, es inevitable desbordarse por su galería abierta al público nacional y  extranjero, allí ves un juego de trazos que cuentan la leyenda de la estirpe amerindia, en cada paso está plasmado los rasgos de los hijos del sol, la mítica del turmequé, algunos de los murales gozan de hiperrealismo y en la narrativa semiótica se vislumbra la fabricación de las vasijas de barro, la alfarería,  jeroglíficos propios del legado Colombiano, las hojas de tabaco, la popular chicha, rituales, ceremonias y celebraciones pero también, la hibridación cultural con el pueblo español y lo que ahora somos, se ven en la mano de los artistas anónimos del municipio, el deleite de un territorio lleno de magia y no en vano la alegría del zipa.

La tradición oral del municipio ha sobrevivido a siglos de modernización que preservan los mitos de los caminos rurales. Cada línea estética del arte moderno, plasma los mitos y  leyendas municipales como el cerro de Manjui, una imponente elevación que representa la ambivalencia del sagrado femenino en los hilos vibrantes de una princesa precolombina que conecta nuestro cuerpo con la historia irrefutable de una antigua cultura, que superflua por nuestra sangre y hace parte del legado ancestral. Los invito a visitar un municipio lleno de historia, con personas cálidas, excelente gastronomía; a muy bajo costo se puede encontrar un verdadero paraíso terrenal.

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Imagen destacada Parque principal de Tocancipá: Alcaldía Tocancipá

Mónica Andrea Rodríguez Ospina
Mag. En Creación Literaria

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