By Puerto Nariño es un municipio ubicado al extremo sur del país, frontera con el Perú, se encuentra a la orilla del río Loretoyacu, un brazo del caudaloso río Amazonas, a 87 kilómetros de Leticia la capital del departamento del Amazonas. Un territorio rodeado de selva y agua, escenarios que propenden la diversa flora y fauna, además de leyendas que aún conservan sus habitantes, conformado en su mayoría por indígenas tikunas, cocamas y yaguas quienes han mantenido un estilo de vida ancestral, ecológico, y cultural.
Llaman la atención los colores de las fachadas de casas de madera, las artesanías, sus diminutas pero cómodas calles en las que no circulan automóviles, además de estar prohibido, y donde se ubican réplicas de la flora , fauna y personajes zoomorfos que hacen parte de las leyendas de la amazonia.
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Puerto Nariño, conocido también como el pesebre de Colombia, junto a Leticia son los dos únicos municipios del departamento del Amazonas, el resto está compuesto por nueve áreas no municipalizadas, conformadas por familias y pueblos indígenas asentadas a la orilla del río Amazonas e internas en la densa selva.
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Lugar de Omacha (Delfín Rosado) y su leyenda
Don Pedro Cumara es alguacil del resguardo indígena Ticoya (compuesto por familias ticoyas, cocamas y yaguas) su responsabilidad es la de velar por la seguridad de su comunidad pero además la guiar a turistas en las que aprovecha para salvaguardar, mediante la narración oral, aquellas historias que han pasado de generación en generación y en especial la de un personaje muy particular.
Dentro de la diversidad natural que ofrece este municipio selvático se encuentra el lago Tarapoto, lugar de hábitat de los Omachas, que en lengua Ticuna significa delfín rosado, un mamífero acuático muy astuto y que según cuenta Don Pedro:
«El delfín rosado era un joven guerrero indígena, y uno de los dioses que le envidiaba decidió transformarlo en omacha y con esto condenarlo a vivir en las aguas de la Amazonia. En las noches de luna llena en las fiestas del pueblo en el mes de junio, la omacha solía salir del agua convertido en un hombre alto, blanco y con un sombrero de paja puesto para tapar el orificio por donde respiraba, llamaba la atención entre las jovencitas y las hipnotizaba para enamorarlas. Al otro día, las mujeres que fueron atraídas por este, no recordaban la situación y después se daban cuenta que estaban embarazadas…tanto así que las mujeres en su etapa menstrual no pueden ni deben acercarse a las aguas de estos lugares porque llaman la atención de estos mamíferos.»
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La tradición oral ha puesto como protagonista este personaje que ha llamado mucho la atención y se refleja en artesanías, pinturas y demás elementos que mantienen viva la palabra.
Sus habitantes se caracterizan por su calidez , son orgullosos exponentes de su tradición, amor por la naturaleza y siempre dispuestos a contarle al turista el sentir de la selva, un oasis de belleza natural recomendado.
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