En un rincón sereno del altiplano cundinamarqués, donde la neblina abraza las montañas y los suaves susurros del viento cuentan historias de antaño, se alza majestuosa la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima conocida también como la Iglesia de los Caballeros de la Virgen. Este templo, que abrió sus puertas en el año 2015, no solo es una estructura de piedra, ladrillo y vitrales, sino un verdadero custodio de la memoria colectiva, que invita a los visitantes a sumergirse en una experiencia emocional.
Al llegar a Tocancipá, Cundinamarca, la brisa fresca parece susurrar secretos al oído de quienes se aventuran a conocer su historia. La plaza principal, siempre animada con el bullicio de sus habitantes, forman un acogedor vestíbulo para ir de camino, a pocos minutos, a esta majestuosa obra entre los verdes paisajes.
Un imponente arco de piedra, recibe a quienes desean cruzar sus umbrales, presagiando que aquí se encuentra más que un espacio de culto: un refugio donde se entrelazan las voces de los creyentes y los ecos del pasado.
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La obra fue construida en honor a la Virgen de Fátima por los Caballeros de la Virgen, una comunidad religiosa originaria de Brasil y fundada por monseñor João Scognamiglio Clá Dias, quien además se encargó de liderar el proceso para edificar la iglesia en esta parte de Colombia.
la iglesia se erige como punto de referencia cultural y espiritual para la comunidad y devotos. Su fachada, de un blanco resplandeciente conjugado con tonos terracota que destilan calidez, invita a detenerse y contemplar cada detalle. Las imágenes esculpidas en la madera y los delicados trabajos en estuco, testamentan el esfuerzo y la devoción de aquellos que la levantaron, quienes depositaron en cada ladrillo una parte de su alma. Al cruzar la puerta de madera, los rayos de luz se filtran a través de vitrales que pintan el suelo con destellos de colores, creando un ambiente mágico. El aire fresco, impregnado del suave aroma a cera de las velas encendidas, se mezcla con el murmullo de las plegarias susurradas por los fieles, quienes buscan la protección de la Virgen y renuevan sus esperanzas en un lugar sagrado que habla de promesas y redenciones. Allí en lugar oculto de la vida urbana se entrelaza la voz de antaño con la modernidad clásica en una construcción magnífica a los ojos de quien la observa.
En medio de la fachada los frescos que adornan las paredes cuentan historias de fe y sacrificio, retratos de la historia local escenificados en lienzos que parecen cobrar vida. Cada imagen evoca recuerdos de festividades, misas y momentos de encuentro donde la comunidad se une en torno a la fe que, como los hilos de un tapiz, teje la identidad del pueblo.
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En las tradiciones del pueblo, la Iglesia de los Caballeros de la Virgen ocupa un lugar especial. Durante las festividades en honor a la Virgen, específicamente en el centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima, en 2017, el templo se convirtió en un lugar muy concurrido por visitantes y devotos de todas las latitudes, ejercicio que se repite cada fin de semana en las eucaristías y para quienes no pueden desplazarse hasta la iglesia los encargados disponen de streaming, a través del grupo de Facebook Caballeros de la Virgen, para seguir la misas.
Foto destacada: Caballeros de la Virgen.
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